Nadando con las tortugas

Los argentinos, en el exterior, estamos tildados de nómades. Solemos viajar mucho. Pero nunca me encontré con tantos como en Máncora. Acá son TODOS argentinos. Se escucha un che cada dos segundos, y todos toman mate en la playa.

En Máncora (y en general, en el norte de Perú) el calor es sofocante y obliga a estar en la playa, algo difícil de resistir con la cálida temperatura del agua. Las noches suelen ser igual de calurosas, y la lluvia acá ni se conoce (y, si te llegan a decir que llueve, no les creas; acá una lluvia torrencial es lo que en Buenos Aires llamamos llovizna).

IMG_6772.jpg IMG_6734.jpg IMG_6746.jpg IMG_6755.jpg

Una tarde que trabajábamos y buscábamos contactos posibles para ayudar a Matías y Jimena (una pareja argentina que tuvo un problema en la Aduana de Tumbes), escuchamos que pasaban varias personas. Suele pasar gente a la que le llama la atención Libertad, y acá más aun, ya que estamos al lado de un camping. De repente escuchamos un hola. No solemos asomarnos, salvo que golpeen o nos llamen. Pero, justo esa noche, papá se asomó. Se trataba de una familia argentina que estaba vacacionando en Máncora. Paco, el más pequeño de la familia, había saludado. Empezaron a conversar con mi papá, y le contó que estábamos buscando ayuda para Jimena y Matias (contándole toda la problemática); y Guille nos contó que trabajaba en Cancillería Argentina. Así que enseguida subieron a la casa rodante, para sumarse a la gran cadena de favores que había comenzado para ayudar a los chicos. De más está decir que gracias a la ayuda de Guille (y de un amigo de ella que nos consiguió el mail del Vicecanciller) logramos que los chicos puedan seguir viajando.

Los días siguientes los pasamos con Guille, Ale (su esposo), Jaz y Paco (sus hijos). Nos juntamos a cenar y a tomar unos ricos mates, que tanto extrañábamos. Estábamos planeando un viaje a El Ñuro, un pequeño balneario al sur de Máncora donde se puede nadar con las tortugas. Ellos habían buceado ahí, pero querían repetirlo.

Ya en el muelle nadie quería bajar. Y nos tuvimos que armar de coraje para saltar. El primer gran choque es el agua congelada, a la cual es difícil acostumbrarse. Una vez pasada la primer prueba, comenzamos a buscar a las tortugas. Los que no se animaron a meterse compraron restos de pescados y los empezaron a tirar, para de esa forma atraerlas. Cuando uno ya está sumergido en el agua le resulta difícil ver cuando se están acercando, así que los que estaban arriba del muelle nos gritaban y hacían señas para guiarnos hacia las tortugas. El problema es cuando pasan profundo, tan hondo que no se ven, y te tocan una pierna. Es algo que sucede diariamente, porque son curiosas; pero para un visitante, que no está acostumbrado a que mientras está metido en un mar un poco turbio algo le toque el pie, es un poco perturbador.

IMG_6582.jpg IMG_6583.jpg IMG_6628.jpg IMG_6639.jpg IMG_6649.jpg IMG_6652.jpg IMG_6671.jpg IMG_6684.jpg IMG_6688.jpg IMG_6724.jpg

Nadamos bastante mientas veíamos a las tortugas. Algunas pasaron cerca y tocaron nuestras piernas y rodillas, otras un poco más lejos, pero asomándose y dejando verlas fuera del agua. Fueron momentos muy emocionantes (tanto que me hacían gritar, pero de miedo). Cuando el sol comienza a caer, las tortugas se alejan del muelle, y nosotros también lo hicimos. Caminamos hasta la playa donde jugamos un partido de futbol, tomamos mates, y nadamos un rato más en el mar. A la tarde volvimos a Máncora, para cenar juntos a la noche.

Guille, Ale, Jaz y Paco se quedaron unos días más en Máncora, y regresaron a Argentina. El camino nos regaló, una vez más, una hermosa familia amiga para disfrutar pocos días pero grandes momentos con ellos.

IMG_6727.jpg

Nosotros nos quedamos un tiempo más, donde conocimos a Martha, más bien conocida como Yola. Ella recibe a cuanto viajero pase por Máncora, haciéndolo sentir como en casa. Además es viajera, y ha hecho varios trayectos a bordo de kombis con otros viajeros. Yola es muy solidaria, y apenas se enteró de la situación de Jimena y Matias, fue a ayudarlos a la frontera, llevándoles alimento, pero sobre todo, compañía, abrazos y mucho apoyo. Yola nos demostró, con sus actos, ser una gran persona, y una gran amiga. Nos ha guiado y ayudado en todo lo que necesitábamos. Y compartió con nosotros historias de otros viajeros que pasaron por Máncora, y se hospedaron en su casa. Estamos muy felices de habernos encontrado con ella, y nos quedaron ganas de conocerla mucho más.

yola.jpg

Smiles Perú

Justo cuando íbamos a partir, tuve un accidente y se me partió un diente, «se nos arruinaron los planes!!» pensé… Pero por Suerte conocía a

leer mas »

Excursión a los Hitos

Embarcamos alrededor de las 15hs., para hacer la excursión junto a Southern Spirit, a los hitos fronterizos con Gustavo (capitán), Marcelo (Marinero), Juan (guía), y

leer mas »